Son las 4 de la mañana. Martxel se despierta y me llama. – Ama, titia— me dice con los ojos sin abrir. Le doy el pecho mientras me recuesto a su lado y en cuestión…
Son las 4 de la mañana. Martxel se despierta y me llama. – Ama, titia— me dice con los ojos sin abrir. Le doy el pecho mientras me recuesto a su lado y en cuestión…