“Después de meditarlo profundamente hemos decidido compartir el video de mi parto gemelar. El por qué es sencillo. Mostrar al mundo que existe otra forma de acompañar los partos de alto riesgo.”

Cuando supe que esperaba mellizos lo primero que me invadió fue el miedo. Miedo a un embarazo complicado, a unos hijos prematuros, a una cesárea, a un parto muy intervenido, a una lactancia mixta o artificial…

Busqué desesperadamente un centro sanitario en el estado español que me permitiera poder dar a luz de manera tranquila y respetada, pero sin renunciar a la seguridad de un hospital que, en mi caso, era lo más recomendable. Para mi sorpresa, esa opción no existía: siempre iba a depender de la guardia que hubiera en ese momento.

Mis peticiones no eran nada del otro mundo: presencia del personal sanitario indispensable para tener intimidad, analgesia no farmacológica, libertad de movimiento, auscultación intermitente, no tracción de la cabeza del bebé en el expulsivo, clampaje óptimo, no romper la bolsa del segundo bebé de manera artificial, esperar el tiempo necesario entre el nacimiento de mi primera hija y mi hijo siempre que todo estuviera bien…

Lloré mucho haciendo el duelo de esa dulce bienvenida
que quería dar a mis hijos y que no podría ser.


Así que finalmente optamos por una dilatación en casa y el expulsivo en el hospital.

Es lo que había y la vida me había puesto en esta situación tan complicada para aprender alguna cosa que desconocía.

Y llegó el gran día. Mis pequeños estaban a término, de cabeza y con muy buen peso. Sólamente el haber llegado a la semana 38 ya era una gran victoria para mi.

Las contracciones empezaron suaves, rompí la bolsa de las aguas, que fluyó clara. Llamé a mi amiga y compañera del alma Josune porque la cosa se estaba animando. Me exploraron para saber con exactitud en qué momento estábamos y ya estaba muy dilatada: era el momento de ir al hospital. Pero… me explicaron que, con la guardia que había ese día, sería muy difícil conseguir que se respetaran mis deseos y, con ello, nuestra integridad física y emocional. Así que la mejor opción, aunque no la perfecta, era quedarnos en casa.

Tenía el apoyo incondicional y la confianza hacia mi cuerpo y hacia mis hijos, tanto como el de mis amigas matronas y mi pareja.

Adelante, nos quedamos en casa.
En ese momento grité y lloré como nunca.
Paré mi mente y me centré en mi cuerpo.
Y me dejé llevar.


Creo que ha sido el acto de amor incondicional más fuerte que he hecho nunca. El viaje de mi vida. Un camino, me atrevería a decir, espiritual, trascendental, muy bestia, sin escapatoria… pero a la vez dulce, lleno de amor y ternura. También con mucho mucho placer. Todo lo que cuentan de las endorfinas es absolutamente real. He estado en una nube de color de rosa, que empezó con la primera contracción del parto.

Muchos recuerdos los tengo borrosos. Tengo grabadas sonrisas, olores, imágenes… De vez en cuando me vienen nuevos recuerdos. Sin ninguna duda esto se me ha quedado grabado en una parte importante de mi mente. Me ha reafirmado lo importante que es la vivencia de esta transición y que la exquisitez en el trato del proceso de parto debe ser la norma, en cualquier caso o situación.

Recuerdo que el día después de parir estaba alucinada con mi cuerpo. No es que no fuera peligroso… sino que era la hostia. Me perdoné a mi misma por haber deseado siempre ser un poco más alta o un poco más delgada o menos peluda… Vi clarisisísimo cómo la sociedad nos va minando nuestra autoestima desde que tenemos uso de razón. Porque, mujeres, si realmente fuéramos conscientes del poder que reside en nuestros cuerpos, el patriarcado se derrumbaría antes del siguiente amanecer. Pero los jodidos lo han hecho tremendamente bien.

Y luego alucinar pensando:
es posible gestar, parir y amamantar a dos bebés a la vez.
Y lo mejor de todo es que puede ser una maravilla.


Agradecida a la vida por esta oportunidad que me ha dado. Para poderos mostrar que las mujeres con embarazos de “alto riesgo”, con humanidad, serenidad y mucha calma… también podemos gestar, parir y amamantar como diosas.

Quiero dar las gracias a Iván, a Josune, a Bakartxo, a Maria, a Jeru, a Manolo, a Inma, a Joana, a Elena, a Núria y a Bea, por cuidarme tan bien en este embarazo y por confiar más en mi cuerpo que yo misma.

“¿Qué si vas a poder parir? Es como si una gota me preguntara si puede ser agua.”

Eskerrik asko a @ane_zulaika por conseguir plasmar en 4 minutos de vídeo el amor de 12 h?