«Fácil, llevadero, agradable, el embarazo estaba siendo algo con lo que realmente estaba disfrutando, ¿y todas las historias de lo desagradable y difícil que era? Nada. ¿La rara era yo? No lo creo.»

Ongi etorri Mattin.

La historia del embarazo extraordinariamente (extra)ordinario. 2020, estaba claro, el número era redondo, nuestra entrada en los 30, todo era perfecto. Fácil, llevadero, agradable, el embarazo estaba siendo algo con lo que realmente estaba disfrutando, ¿y todas las historias de lo desagradable y difícil que era? Nada. ¿La rara era yo? No lo creo. Más bien será que algo tan mágico y normal al mismo tiempo no podía ser tan complicado. 

Marzo, 3 meses de embarazo,  todo está bien, ahora podemos compartir la ilusión que tan difícil nos estaba siendo esconder. Y con él la situación más extraña, estrafalaria e impensable que nunca hubiéramos imaginado. Confinados. ¿Cómo? No entiendo nada. ¿Pero qué vamos a hacer? Bueno, mirando el lado bueno igual es un buen momento para no trabajar tanto, la ginecóloga ya me dice que las autónomas somos las peores, no paramos nunca, pero ahora, no queda otra. Y bueno, Pika está en casa, nunca podemos comer juntos, pero ahora aprovechamos todos los días para hacer algo.

Igual es que yo soy muy optimista, pero ya me voy acostumbrando a esto, paseos con Sirius, tiempo para hacer cosas que tenía pendientes, una primavera espectacular (qué bien sienta que los humanos desaparezcamos un poco), y oye que me veo bien guapa con esta tripa que va creciendo. 

El verano se está pasando rapidísimo, menos mal que estamos aprovechando nuestros últimos fines de semana siendo sólo nosotros dos. Este ya será el último, falta una semana y media para salir de cuentas. “¿Pero cómo que os vais a Las Landas? ¡Si ya no te falta nada!” “Bueno, hemos hablado con las matronas, estamos cerca, si pasa cualquier cosa nos volvemos. Además Mattin no va a venir hasta el domingo de Estropadak.”

23.08.2020. 3:00 h. Ui, ¿y este dolor en el costado? Que raro, voy al baño a ver si se me pasa. Esta última semana ya he notado ese dolor como de regla que decían, es normal, como todo lo que te pasa embarazada, el cuerpo que se va preparando. Espero no despertar a nadie. Un poco de sangre. Bueno, seguirá siendo el tapón, es normal. Aiba, pues no puedo dormir, el dolor va yendo y viniendo. ¿Será esta la sensación de ola? Si, puede ser, es bastante parecido, llega poco a poco, va subiendo en intensidad, baja y se va. Qué curioso, 9 meses imaginando cómo puede ser esta sensación y a la primera que viene es tan claro, sí sí, ha sido una contracción. 

7:00 h. “Maitia, despierta, estoy teniendo contracciones. Sí, contracciones. Desde las 3 de la mañana. No, no he podido dormir casi. Vale, sí, vamos a dar un paseo, pero cuidado que no se despierten los demás. Tranquilo son suaves, las matronas dijeron que es normal, puedo estar así unos días”. Escribimos a las chicas de Magale, qué bien estar en contacto con ellas para cualquier duda. Nos dicen que estemos tranquilos, pero si volvemos a casa, por si acaso, mejor. 

Nos despedimos de los amigos, están más nerviosos que nosotros. “¿¿VEIS?? ¿Qué os había dicho? ¡No teníais que haber venido!” Desde las 3 de la mañana sabía que me iba a caer esta frase. ¡Por qué tendrán que haber empezado hoy! Si total Mattin aún no va a nacer. Espero que arranque la furgoneta, parece que es la batería lo que no va bien, ayer ya nos dejó tirados. Bien, sin problema, pero por si acaso no paremos hasta llegar a casa, con la suerte que estamos teniendo…

13:00 h. Qué tranquilos estamos en casa, hemos hecho bien en venir. Las contracciones no están parando, pero no son nada regulares, ya las hemos monitorizado durante un par de horas. “¿Ésta ha sido más fuerte? ¿Apunto en la aplicación Intensidad fuerte?” ”No, mejor déjalo en Media, que todavía se puede poner muy potente y así me convenzo de que no es para tanto.”  Comer y a ver si puedo echar una siesta, nos lo ha recomendado Josune, para estar descansados, por si acaso, o igual así paran. No puedo dormir. Me levanto.  Me está sentando tan bien andar por toda la casa. Mientras, Pika no para de hacer cosas, prepara las bombillas, me pregunta por las velas, está cocinando, tortilla de patata, su especialidad, quiere lucirse.

19:00 h. Las matronas nos han recomendado intentar varias cosas a ver si se regulan las contracciones. Me apetecía salir a Cristina Enea, hace un sol y una luz tan bonitas pero uf, no sé si me veo capaz, no me apetece que me vea la gente. ¿Hacer el amor? Hace unas horas igual hubiera estado bien, pero ya…no se yo, no lo veo. ¡Chocolate con clavo y canela! Eso sí que me apetece. ¡Qué bueno! Aunque… uff! Esta contracción sí que ha sido fuerte. Aunque aún me veo con ganas y le digo a Pika que me saque unas fotos, ¿serán las últimas con mi barriga? Venga, por si acaso ponte guapa.

??:?? h. He tenido que venir al cuarto, la altura de la cama es perfecta para ponerme en cuclillas y aguantar la contracción. Mi cabeza metida en el cojín, las respiraciones han dado paso a una especie de grito-gruñido con el que no me reconozco. Espero que no me oigan los vecinos, qué vergüenza. Pero seguimos sin estabilizar las contracciones. Pika habla con María, no escucho toda la conversación, pero me parece que tiene un tono preocupado. Me dice que llamemos de nuevo en media hora, que entonces se pondrán de camino. No le he hecho mucho caso, pero le digo que vale. María pregunta si tengo ganas de empujar. “¿Empujar? No, creo que no. (Ui, espera, ¿no será el gruñido?) Oye, que igual sí estoy empujando.” “¡No, no maitia llama a María ya! ¡¡Que vengan ya!!” Me ha entrado el miedo y con él las ganas de llorar. ¡No puedo más! ¿Qué ha pasado? ¡Algo se ha roto! Es la bolsa, casi parece que ha explotado. Ahora sí que se va a poner intenso…

Me entran ganas de ir al baño. Mejor, lo que haga antes no me lo haré después delante de las matronas. Pero casi no aguanto sentada y la siguiente contracción me hace levantarme. Así, apoyada en la bañera, así la voy a aguantar bien. “¿¿Vienen ya??” Voy a meterme en la bañera, a ver si así… no, qué incómoda. Me salgo. Tengo mucho calor. Mikel me echa agua fría por encima con la ducha. ¡Pero si estoy fuera de la bañera! ¡Vamos a inundar todo! Vale, mejor con hielos… pero no, qué desagradable, esto no me alivia. 

Han tocado el timbre. Unos segundos y Mikel vuelve conmigo. Otra mano en mi hombro, es Josune. Vale, ya está. Qué paz. “Gracias. Qué bien que estás” El corazón de Mattin está perfecto, parece que va a venir ya. Desde que ha roto la bolsa la presión es brutal. Pero cuando empujo siento más alivio que dolor en realidad. “Parezco una vaca. Esto es muy animal” Todos nos reímos. Ahora tengo que empujar. 

Josune me dice que lo alargue, pero se me acaba la contracción, y tengo que parar. “Mattin gu biok, eman indarrak”. Pika a mi lado en la bañera, me ayuda a concentrarme y a respirar. Me da las manos, así consigo sacar las fuerzas y termino de empujar. “Le he conocido antes que tú, la cabeza está asomando ya”. Josune me dice que la toque, pero la sensación me parece demasiado intensa. Concéntrate en lo tuyo, hay que sacarlo ahora. 

Esto es el aro de fuego. Una nueva sensación más. Aunque creía que iba a ser insoportable, en realidad me hace sentir que todo está a punto de terminar. ¿Han puesto aromaterapia? No, es la colonia de Josune, qué goxo, ese olor ya no se me va a olvidar. Ahora llega el momento de parar, respira, suavemente y la cabeza ya está. Dos contracciones y “¡¡Mattin aquí estás!!”. Ha salido como un pececito, lo coge Josune, me lo pasa, parece que se me va a resbalar. Está un poco moradito y le está costando respirar. “No pasa nada -dice María- el corazón está normal”. Josune lo masajea, le reanima. Vale, ya está. 

Miro a Mikel, está llorando, lo ha hecho tan bien, y todo lo que ha visto desde el otro lado, ha tenido que ser brutal. “¡Somos aitatxos maitia!” Ya está. Todos me ayudan a levantarme, vamos a la cama. Ahora me toca descansar. 

¿Ya ha pasado todo? Sí, tengo a mi txiki en mis brazos, a mi lado a su aita. También ha llegado Oihane, casi ni me había enterado. Qué bien me están cuidando. “Estás perfecta” me dice Josune, “ni un punto, una pequeña heridita, nada más”

Qué calentito es, está encima mío, en realidad seguimos unidos, pero todo es diferente. Ahora nos toca empezar. Ya está todo hecho, las matronas recogen en silencio, se despiden con un muxu y un abrazo, ¡qué goxos! Casi no me entero, y ya no están. Nos quedamos solos los tres, en nuestra casa, en nuestra cama, es todo perfecto, qué bien que lo hemos hecho. Ha sido increíble, nunca se nos va a olvidar. 

¿Y la piscina? ¿Y las velas? ¿La música? ¿No les hemos dado nada de cenar? Todo lo que habíamos pensado, todo lo que estaba preparado, y todo ha pasado tan rápido. Ya está. Hasta ahora no me había creído mi propia frase “lo que tengo que tener claro es que cualquier cosa puede pasar”. Mattin ¡nos has revolucionado hasta en la manera de llegar!

Ama.